Sábado 26 de octubre de 2024
Barcelona, España
Ya había perdido la cuenta de las noches que había dejado de escribir… Me dejé cautivar por el podcast y ahora toda mi atención está centrada en él; sin embargo, hoy no tengo ánimo para hablar, o al menos para desahogar el alma de esa manera. La cantidad de tiempo libre me está matando, pero he tratado de disfrutarlo al máximo, al menos como puedo. El hecho de estar sola en una ciudad, otra vez, me empieza a pesar… A pesar que no es la primera vez que lo hago, esta vez es diferente, ya que vine aquí a construir una vida; en los casos anteriores, siempre tenía una fecha de caducidad.
Me he enfrentado a distintos desafíos que, creo yo, he resuelto de la mejor manera o, si no, he analizado mis errores… El miedo, la ansiedad, la inestabilidad, la duda, el no tener el control, el no saber qué va a pasar me han dominado y me han hecho hacer y decir cosas que mi yo consciente no quiere, y me aferro a ideas confusas… Ideas que no podría exponer en este texto, pero que conservo para mí.
Tener miedo es normal, la ansiedad es normal en una situación como esta… Aún no tengo trabajo ni nada seguro. No tengo a dónde ir cuando estoy triste, porque mis lugares seguros están lejos de esta, mi casa actual. Sobrepienso todo lo que me pasa y me pregunto si es normal sentir lo que siento. Me mantengo firme en mi personalidad caótica, intensa, amorosa, eléctrica e impredecible, pero no tengo que medirme, eso es lo que trato de repetirme. Sin embargo, a veces es duro creerse el cuento.
Tengo pocos amigos, y cada uno está ocupado en su vida. Me molesta ser una carga para la gente o empezar a demandar mucho tiempo de ellos. Aquí cada quien tiene su vida, y yo estoy haciendo la mía junto a mis dos gaticas, que son mis tesoros. No me imagino cómo habría sido este viaje sin ellas; son mi curita para todo, mi lugar seguro, mi refugio, y, aunque no hablen, me acompañan con su calor, sus besitos, sus maullidos, y me hacen saber que me aman, me aceptan y me necesitan.
Creía que iba a escribir algo más creativo, pero a veces el corazoncito duele tanto que el ingenio se pone en pausa… o quizá solo me juzgo demasiado. Estos diálogos internos sirven para que otras personas y yo nos sanemos por medio de la empatía y la identificación. Hoy mi corazón está triste. Hoy es un día en que necesitaría un abrazo, pero si lo recibo lloraría como cinco minutos, tal cual como lo estoy haciendo en este momento, pero al lado de Baguira, mi gata.
Hoy me pesa todo: me pesa no tener amigos, me pesa estar sola, me pesa todo. Pero es normal, estoy lejos de casa. Vine a cumplir un sueño por el cual me esfuerzo cada día, y no dejo que el foco se aparte. Sé que la tristeza, al igual que la felicidad, es pasajera, así que mañana estoy segura de que será un día soleado y calientico. Si no lo es, no importa; será un nuevo día para seguir brillando, para continuar mi misión de hacer este mundo mejor e iluminar, de cierto modo, a quienes conozca.
Es muy difícil, porque sé que lo que viene para mí es complicado; nada es como yo lo había planificado, pero a veces es así, a veces nada es como uno lo piensa, y aun así deberé salir adelante, justo como siempre lo he hecho. A veces no hay tiempo para dramas, pero hay momentos en donde te sientes una niña chiquita que solo quiere comer crema de cacao con crispetas y llorar viendo películas… Hoy soy esa niña. Hoy conecto con esa Linita chiquita que de cierta manera tiene angustia.
El dolor que siento hoy y la frustración serán la fuerza que tendré mañana para levantarme a correr por la playa. La tristeza es inherente cuando hay cambios tan grandes en la vida, cuando ves algo maravilloso y no puedes vivirlo con tus amigos y familia, o cuando llueve y no puedes salir de casa porque hoy te da pereza hacerlo sola, o cuando no estás cerca para irte a dormir con tu amiga, con la que te ríes de todo.
Hoy es un día difícil. Pero nadie dijo que esto no lo sería, y no es queja; sería imposible hacerlo con lo bendecida que soy. Solo es un día y ya. Un día que pronto acabará… Hoy solo quiero estar acostadita en mi cama, en Cali, junto a mis perritas Blacky y Colina; almorzar rico con la comidita que hizo Claudita con tanto amor; preguntarle a mi cachorrito de león cómo le está yendo en la U. Hoy es un día en que quiero escuchar a mi papá otra vez y ver a mi mamá, sentirlos, abrazarlos, olerlos, acariciar su pelo, su piel, y que me digan que todo estará bien.
«Todo estará bien, nenita».
Hoy es un día en que, por más difícil que haya sido, me recuerda que para crecer tuve que hacer sacrificios y que estoy cumpliendo una meta, y sé que puedo con esto y mucho más.
Hoy me lo repito: para crecer, hay que pasar por estos momentos.