Mi primera vez en un templo, en un templo de ratas

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Hablar de India es hablar de cosas inesperadas, raras e inusuales. Es hablar de cosas que solo suceden en un mundo al revés (o sea, aquí). Cosas que ocurren en un lugar de locos, pero ¿quién soy yo para juzgar? Nadie, ¿verdad? Así que hoy no puedo decir nada sobre lo que mis ojos han visto.

Como he mencionado en mis posts anteriores, vine aquí para vivir nuevas experiencias: algunas malas, otras buenas, y otras muy raras, como esta.

Le pregunté a un conductor de Rickshaw si me podía llevar al templo de las ratas, más conocido como Karni Mata Temple. Un poco extrañado y confundido, me miró e intercambió palabras en hindi con sus amigos, quienes estaban estacionados en la calle esperando que alguien contratara sus servicios.

Eran las 6:35 de la tarde del 4 de abril de 2017, un día en que cosas increíbles iban a suceder. Ningún conductor quiso llevarme, excepto uno: Mohammed. Un musulmán conservador de opiniones fuertes, con quien tuve algunos problemas debido a nuestras diferencias de pensamiento, lo que terminó en una pequeña herida en mis sentimientos.

Mohammed cantaba en árabe mientras nos llevaba a mí y a tres amigos al famoso templo de las ratas. El camino se me hacía eterno, pues casi una hora viajando en rickshaw con el tráfico pesado parecía no tener fin. Para hacer la espera más amena, hacíamos preguntas de rutina. Iba con dos árabes, por lo que la comunicación entre ellos tres y su cultura era muy fluida; pero, aun teniendo la misma religión, sus pensamientos eran diferentes y más occidentales. Por momentos sentía que Catherine y yo éramos excluidas de la conversación por el señor cuya cantante favorita era Rihanna.

Hemos llegado

El miedo me invadía, pues la idea de estar en un lugar con más de 2,000 ratas era algo que jamás se me hubiera pasado por la cabeza. Con asco, entré al lugar, dejando mis zapatos afuera y protegiendo mis pies solo con un par de medias. Decidí entrar.

Respiro profundo para no vomitar

Inhalé hondo en medio del ambiente mugriento y antihigiénico que me rodeaba. Voy a superar mi fobia. Tengo asco. Cuando entré, lo primero que hizo mi cuerpo fue un gesto de náuseas. Mi almuerzo llegó a mi boca y, sin dudarlo ni hacer dramas innecesarios, me lo volví a tragar. Después de prepararme, salté para poner mis pies en una baranda, ya que una rata había pasado a menos de cinco centímetros de mí.

Caminando despacio y con la vista hacia abajo, cuidaba mis pasos para estar preparada por si, de pronto, “accidentalmente” tenía que tratar con brusquedad a algún animalito sagrado que quisiera desearme buena suerte.

Ratas que habitan en el templo

¿Por qué un templo dedicado a las ratas? La leyenda dice que un rey perdió a su joven hijo en una muerte prematura. Durante años, el rey pidió a los dioses que se lo devolvieran, y estos le respondieron que debía aceptar su destino. Un día, después de muchas súplicas, los dioses le dijeron que le devolverían a su hijo, pero en forma de un ratón. El rey, feliz, aceptó el regalo y construyó el templo.

Hoy en día, las personas creen que cada rata que habita en el templo es el alma de un niño que murió prematuramente. Por eso, quienes visitan el templo llevan comida, bebidas y rinden homenajes a estos animales sagrados.

Siguiendo la tradición, hay que descalzarse al entrar en el templo y dejar que las ratas te pasen por encima de los pies como señal de buena suerte. Además, si logras ver alguna de las pocas ratas albinas que habitan en el templo, la buena suerte será especialmente generosa.

India, India, India, no dejas de sorprenderme ni un solo minuto. Dentro del templo, empecé mi búsqueda de la rata blanca, hasta que finalmente pudimos encontrar una entre las demás. Era difícil divisarla, ya que estaba cubierta de basura y tan sucia que parecía una rata común.

Por supuesto, no permití que ninguna me pasara por el pie ni que tocaran mi cuerpo para recibir bendiciones a cambio. En ese instante, le dije a mis amigos que prefería tener mala suerte, aunque lo compensé con haber visto la rata blanca, así que mi suerte está en un 50/50.

El templo es cuadrado, con un diseño especial para sus habitantes. Tiene pequeños agujeros en las paredes y túneles internos donde las ratas se pasean felices. En este lugar, los extraños somos los humanos. Porque en India, con la excepción de los perros, la mayoría de los animales son sagrados.

Pasillos del templo Karni Mata en Bikaner – Rajastán

Podía observar con gran impresión cómo las personas bendecían su cuerpo lamiendo, tocando y apoyando su cara en las paredes del templo. Ver cómo compartían su comida con los pequeños animalitos sagrados que se paseaban por el lugar.

Una mujer hace una ofrenda de adoración en el Templo Karni Mata. Bikaner – Rajastán.

Un hombre prepara chapati dentro del Templo Karni Mata.
Fría y sin saber qué hacer, le respondí «no, gracias» en su idioma y me retiré lentamente para no parecer maleducada. Al salir del templo, los locales nos esperaban para tomarse fotos con nosotros y hacernos preguntas: ¿Cómo te llamas? ¿De dónde eres? ¿Cuál es tu país? ¿Me das 40 rupias para comer?

Los niños cubiertos de polvo que dormían en la calle se levantaron para abrazarnos y tratar de entablar un diálogo con nosotros. Mi corazón se encogió al saber que lo que realmente buscaban era dinero para sus padres. La carencia que tenían, pero a la vez la curiosidad que sentían por nosotros, los extranjeros, se notaba en sus ojos grandes y negros. Su piel no era suave; por el contrario, era áspera y estaba cubierta de suciedad. Pero eso no fue impedimento para darles un abrazo y compartir fotos que, aunque ellos nunca vean, yo conservaré por el resto de mis días.

Fue una de las mejores experiencias que he tenido, pues jamás lo había hecho, seguro porque ni en mi país ni en los que he visitado se construyen templos sagrados para ratas. Con valentía y con ganas de tener una historia para contar, entré para poder escribir este artículo.

Puntos a tener en cuenta si visitas el templo de las ratas:

  1. Llegar a la ciudad de Bikaner, en el estado de Rajastán, y viajar una hora directo al templo.
  2. Se puede llegar en autobús por 25 rupias, o contratar un rickshaw por 500 rupias si son varias personas y saben negociar.
  3. Llevar medias si no quieres entrar descalzo al templo, pues por respeto no está permitido entrar con zapatos.
  4. No olvidar la cámara, ya que es un momento que valdrá la pena fotografiar.
  5. Tener la mejor actitud y aceptar que en el mundo hay cosas locas, como esta, pero que las oportunidades de ver algo así son escasas.
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Lina María Zapata

Hola, soy Lina María Zapata. Comunicadora social y periodista especialista en Mercadeo y branding digital.

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