La última Coca Cola del Desierto

La travesía comienza de nuevo. De nuevo estoy atravesando la cordillera, de nuevo me encuentro embarcada en una historia.

Los momentos son para vivirlos, salirnos de la rutina es arriesgarnos a vivir algo nuevo y desconocido. Por eso decidí lanzarme a la aventura cumpliendo así uno de mis sueños, conocer la segunda zona más árida del país. El Desierto de la Tatacoa en el departamento del Huila.

Ya no estaba dispuesta a postergar este viaje, ya no me perdonaba decir: algún día Lina, algún día… NO y mil veces NO. Me dispuse a arreglar mis cosas y junto a Nicolás, uno de mis mejores amigos nos fuimos.

¿Cómo íbamos a lograrlo?

Sin duda, el dinero era una variante importante para la realización de este viaje. Sin dinero no podríamos ni siquiera salir a dar un paseo por la ciudad. Previamente habíamos tomado notas y chequeado nuestro itinerario, para así sucesivamente ir elaborando un presupuesto.

Junté todos los ahorros que tenía y durante los días previos al viaje me dispuse en total abstinencia económica. No invertiría ni un solo peso en un gasto que no estuviera justificado. Cambié mis fines de semana en la calle, por fines de semana en casa; almuerzos en restaurantes por comidas caseras; una ida al cine por películas con mi mascota; cambié salir en el auto, alternándolo con la bicicleta. En fin, me dispuse en un ahorro extremo, pero aún así no era suficiente para lograr la meta deseada.

Ideas, ideas y más ideas….

 La solución más “fácil y rápida” que se nos ocurrió a Nicolás y a mi, fue vender algún tipo de comida en las calles y semáforos de la ciudad. Por consiguiente, tomamos los ahorros e invertimos nuestro capital en galletas, muffins, pasteles y donas.

Ilusionados por cumplir de nuevo un recorrido juntos pusimos nuestro esfuerzo en la venta. Entonces los fines de semana se transformaron en largas caminatas por la ciudad, en horas y horas llevando nuestras comidas a cada persona y aguantando a veces una respuesta de rechazo por parte de algunas personas. Concentramos nuestra mejor energía para hacerlo posible.

Lo que pensé que sería fácil, resultó siendo más complejo de lo que parecía. En este ejercicio pude aprender el valor de cada peso. Aprendí que $100, $200, o $2.500 pesos, sumaban un alto porcentaje a nuestro viaje. La más bonita lección aprendida fue que recibir un billete de $1.000 pesos causaba la misma sensación de felicidad que recibir uno de $50.000 pesos.

Dejé a un lado el que dirán para cumplir un sueño. Lo que hoy a las 5:30 de la tarde, me hace estar sentada en una banca de madera bajo la sombra, con un calor de 47 grados, una cerveza fría en mis manos y el imponente Desierto Rojo frente a mis ojos.

Es en este instante al ver las montañas delante, entiendes que todo valió la pena.

Experiencias magnificas

 Todo valió la pena al descubrir que era más resistente de lo que pensaba. Todo valió la pena en el momento que estaba cruzando del Desierto Gris, al Desierto Rojo en bicicleta mientras el sol se ocultaba detrás de la Cordillera Central.

Caminar en el desierto, escalar las altas montañas de roca que lo componen, sentir miedo al saber que un paso en falso te puede costar la vida, son acciones que se quedan en tu mente para siempre. Momentos que se convierten en historias para contarle a tus amigos.

Acampar bajo el cielo estrellado, bajo el cielo del sur y del norte; ver la lluvia de estrellas fugaces de las perseidas, las cuatro lunas del planeta Jupiter, los cráteres de la luna, las 88 constelaciones que tiene nuestra galaxia, ver a marte y muy pequeño divisar a Saturno y sus anillos. Son posibilidades atípicas que se tienen cuando vives en la cotidianeidad.

Todo esto fue posible gracias al profe Javier Fernando Rúa, que dicta charlas astronómicas todos los días a los visitantes. Por solo $10.000 pesos puedes descubrir La Vía Láctea,  puedes aprender cosas nuevas y comprender que aún nos falta muchísimo por descubrir de nuestro universo.

Solo cuando estas frente a la inmensidad del desierto, te das cuenta de cuan pequeño eres, de cuanto te falta por descubrir.

De regreso a la realidad

 En el camino hacia Cali, paramos en Villa Vieja, el pueblo en donde esta ubicado el Desierto de la Tatacoa. Recorrimos el lugar para sacarle más jugo a nuestro paseo. El museo paleontológico, el museo del totumo y la casa de la cultura fueron destinos que incluimos en nuestra pequeña parada.

Lo que no creímos nunca fue que al dar el recorrido por el malecón del río Magdalena, pudiéramos hacer algo que sin pensarlo fue una de las cosas más hermosas del viaje.

Había un pequeño muelle en el malecón. Unos pescadores llegaban y al verlos, la brillante idea de contratarlos para que nos dieran un paseo por el río surgió. Navegamos alrededor de una hora por el ancho río Magdalena, ese mismo que nace en las altas montañas del Macizo Colombiano y desemboca en el Océano Atlántico – Bocas de Ceniza.

Navegamos sintiendo como el sol y la brisa nos caían en la cara. Navegamos maravillados de lo hermoso que era el paisaje, de lo perfecto y de lo inmenso que podía llegar a medir el río de orilla a orilla. Navegamos viendo la gente pasar en sus balsas y los pescadores tirar su red.

Sin duda, este fue el mejor cierre que nuestro viaje pudo tener. Una experiencia única, como las demás, una muy especial. Disfrutamos el río antes que que la contaminación y los cambios climáticos acabaran con él.

Este viaje hizo que tuviéramos el placer de tomáramos la ultima Coca cola de Desierto…. En todo el sentido de la palabra.

¿ Qué hay que hacer para llegar al Desierto de la Tatacoa?  

  1. Para llegar al desierto desde Cali, debes tomar un bus en la terminal de transportes con destino a Neiva – Huila. Aproximadamente $ 65.000 pesos un boleto.
  2. Estando en Neiva, en el mismo terminal encuentras pequeños jeeps o microbuses que te ofrecen la ida al Desierto. El pueblo se llama Villa Vieja. El viaje hasta el desierto tiene un costo de $15.000 pesos
  3. Cuando llegas al Desierto, puedes encontrar varios hostales que el precio por noche ronda los $25.000 pesos o si quieres acampar, hay zonas de camping que cuentan con baños y duchas. Esta zona de camping tiene un costo de $8.000 pesos por persona.
  4. En las noches el cielo es maravilloso, así que no dudes en ir a las charlas astronómicas con el profe Javier que tienen un costo de $10.000 pesos.
  5. Importantísimo llevar ropa cómoda, botas para caminar (si tienen) , bloqueador solar, sombrero, equipaje liviano y muchas ganas de aventuras nuevas.

El Desierto de la Tatacoa es la segunda zona árida más extensa de Colombia después de la península de la Guajira, es uno de los escenarios naturales más atractivos de Colombia que ocupa 330 kilómetros cuadrados de tierra de color ocre y gris con pincelazos del verde de los cactus. El Desierto de la Tatacoa tiene dos colores característicos: ocre en el sector del Cuzco, también llamado Desierto Rojo y gris en la zona de Los Hoyos, este corresponde al Desierto Gris. – Datos tomados de Internet

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Lina María Zapata

Hola, soy Lina María Zapata. Comunicadora social y periodista especialista en Mercadeo y branding digital.

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