La espalda me ruge como pidiendo a gritos un ‘break’. Estoy en New York y no he dormido hace dos días. Las personas corren de un lado a otro, unas van bien vestidas y otras descachalandradas como yo. Mientras recorro el gigante aeropuerto JFK, pienso en el montón de chucherías que traje conmigo y en lo aparatosas que resultan.
Llevo 12 kilos en mi espalda, los he cargado por más de cuatro horas. Dos ibuprofenos y un relajante muscular danzan en mi estómago tratando de aliviar el dolor. Apenas comienza este camino largo, este viaje que siempre había soñado. No tengo miedo a enfrentar lo desconocido, pero mi miedo está en caer en el dichoso choque cultural.
Por fin he llegado al counter de Air India, un hombre con un inglés difícil de entender me indica que mis maletas tienen peso extra. Debo liberar el peso y no tengo ni idea de cómo demonios voy a hacerlo. El estrés y los nervios me consumen por un momento, pero no dejo que eso avance demasiado.
Sin embargo, llevo un plan B. Saco mi mochila y la lleno de todas las pendejadas que me he traído de casa que para mí resultan indispensables. Así que llevo en mis hombros más peso del que debería, en lugar de pagar 100 dólares extra.
Estoy emocionada, pues en unas horas estaré en uno de los países más ricos a nivel cultural. No me dejo llevar por los prejuicios, quiero sorprenderme de cada rincón que encuentre. Cada esquina es nueva, cada calle se transforma en una imagen mental que me acompañará toda mi vida. Esa imagen que estará en la cabeza de las personas a las cuales les cuente mi experiencia. Esa imagen que evolucionará en una fotografía y esas fotografías por las cuales quiero vivir el resto de mi vida; fotografías llenas de color por las cuales quiero ser recordada.
“2:34 PM del día 07 de Enero de 2017. Mi vuelo Al101 de Air India con destino a Nueva Delhi acaba de despegar del aeropuerto John F. Kennedy de la ciudad de Nueva York.”
Han pasado 10 horas y aún sigo enclaustrada en el aire, la desesperación nos acoge a todos; sobre todo cuando hay turbulencias y sabes que tendrás que viajar muchas horas más. Entre películas, programas de TV, música, siestas y comida, repartes tu tiempo. Pero no es suficiente.
Tiempo que, cuando sale el sol, inviertes viendo por la ventana las creaciones de Dios y el universo. Ves cosas que quizá solo se pueden apreciar desde el aire, como el rudo contraste entre las altas montañas nevadas y el árido desierto.
Sobrevolamos toda Europa y la península arábiga, pasando por lugares en donde hasta ahora no me atrevería a ir por tierra. Falta poco para aterrizar, falta poco para que esto sea aún más real.
Hora local 1:33 pm, hora en Colombia 3:29 am. Ya mi querido lector podrá sacar la conclusión del fuerte cambio de horario que tengo. De mis compañeros de vuelo no tengo mucho por decir, salvo que son una pareja india demasiado formal, pero puedo notar que se llevan varios años de diferencia; no muchos, pero sí unos cuantos. Me han acogido bien, al menos ella me tiende su mano cuando estoy asustada. Intercambiamos preguntas curiosas sobre nuestros países y aseguran que quedaré enamorada de la comida. (Espero que sea verdad tremenda aseveración).
Indicadores numéricos para la osadía
Antes pensaba que no podía, que quizá me iba a arrepentir al estar en el aeropuerto. Pero después de soportar once horas de escala, dos maletas de 30 kilos, catorce horas de vuelo y 12 kilos en la espalda, puedo hacer cualquier cosa. Sonrío para mis adentros porque me siento valiente.
Me dolió mucho dejar a mis padres, llorando en el aeropuerto, dejar a mi perrita aullando detrás de la puerta, dejar a mis amigos sin una integrante más del combo, dejar al chico que quiero sin darle un beso de despedida y dejar a la ciudad sin esta loquita que pasea bailando por cada esquina. La bicicleta no volverá a pedalear, al menos por un tiempo, en mi Cali.
Este viaje siempre estuvo en mis planes, pero nunca supe el cómo ni el cuándo. Solo sabía el por qué y el para qué. Siento miedo de fallar, de no ser lo suficientemente buena en lo que voy a hacer. Sin embargo, daré lo mejor de mis esfuerzos para lograrlo y ser la mejor. Ser el orgullo de mis padres, de mi familia y de mis amigos.
Dejar de ser la niña mimada que he sido siempre para convertirme en esa aventurera que llevo dentro, en esa verraca que puede lograr todo lo que se proponga. Convertirme en mi propio sueño.
2:30 pm del 08 de Enero de 2017. El vuelo AL101 de Air India ha llegado a la ciudad de Nueva Delhi.